EL PRIMER PROYECTO DEL TEATRO VILLAMARTA, QUE NUNCA SE REALIZÓ POR SU ALTO PRESUPUESTO.
El primer proyecto del "Teatro Villamarta", se le encargó al arquitecto jerezano don Francisco Hernández-Rubio y Gómez, en el año 1924, que por circunstancias económicas no llegó realizarse, recurriéndose en 1927 al proyecto del vasco, Anasagasti.
Posiblemente, la idea de la construcción del Teatro, sea anterior a 1924, puesto que a comienzos de este año ya se sabia que el marqués del mismo titulo, a la sazón alcalde de Jerez, había prometido construirlo.
A este respecto, el diario "El Guadalete", del martes 20 de mayo de 1924, adelanta la "grata noticia" de que "el nuevo teatro de Jerez lleva camino de ser un hecho", añadiendo a continuación:
"Ayer, una distinguida persona que en Jerez goza política y mercantilmente de sólido prestigio, nos ha dicho que ha visto los planos casi terminados, hechos por el arquitecto encargado de las obras, y nos ha dicho algo más, y es que el proyecto es magnífico, que costará un millón de pesetas y que el marqués de Villamarta está dispuesto a llevar a efecto la gran obra digna de Jerez y del opulento prócer jerezano".
Suntuosa fachada palaciega proyectada por Hernández-Rubio en 1925
Sección longitudinal, con las plateas, del primitivo proyecto
Posiblemente al marqués le pareció "caro" o no quiso desembolsar tal cantidad, buscando un proyecto para luego sacar beneficios como así fue.
Teodoro Anasagasti y Algár, de origen vasco, presentó, o se buscó, otro proyecto que no sobrepasó las ochocientas mil pesetas, por el cual, este se decantó.
Una vez construido, y en funcionamiento, el edificio del teatro se vendería , pasados unos años, a la empresa Riba, en un millón de pesetas, pagados en cuatro plazos.
El solar, por otra parte, ya había sido comprado en firme, el 7 de enero de 1924 y, poco más tarde, comienza aparecer en la prensa local reclamos anunciando el traslado del almacén de maderas de Víctor Ramos-Catalina, ubicado en el antiguo convento de la Veracruz, a unos nuevos locales en calle Medina 44, todavía ocupados por determinado bodeguero llamado Duran.
El arquitecto jerezano Francisco Hernández-Rubio y Gómez
El primer proyecto del "Teatro Villamarta", se le encargó al arquitecto jerezano don Francisco Hernández-Rubio y Gómez, en el año 1924, que por circunstancias económicas no llegó realizarse, recurriéndose en 1927 al proyecto del vasco, Anasagasti.
Posiblemente, la idea de la construcción del Teatro, sea anterior a 1924, puesto que a comienzos de este año ya se sabia que el marqués del mismo titulo, a la sazón alcalde de Jerez, había prometido construirlo.
A este respecto, el diario "El Guadalete", del martes 20 de mayo de 1924, adelanta la "grata noticia" de que "el nuevo teatro de Jerez lleva camino de ser un hecho", añadiendo a continuación:
"Ayer, una distinguida persona que en Jerez goza política y mercantilmente de sólido prestigio, nos ha dicho que ha visto los planos casi terminados, hechos por el arquitecto encargado de las obras, y nos ha dicho algo más, y es que el proyecto es magnífico, que costará un millón de pesetas y que el marqués de Villamarta está dispuesto a llevar a efecto la gran obra digna de Jerez y del opulento prócer jerezano".
Suntuosa fachada palaciega proyectada por Hernández-Rubio en 1925
Sección longitudinal, con las plateas, del primitivo proyecto
Posiblemente al marqués le pareció "caro" o no quiso desembolsar tal cantidad, buscando un proyecto para luego sacar beneficios como así fue.
Teodoro Anasagasti y Algár, de origen vasco, presentó, o se buscó, otro proyecto que no sobrepasó las ochocientas mil pesetas, por el cual, este se decantó.
Una vez construido, y en funcionamiento, el edificio del teatro se vendería , pasados unos años, a la empresa Riba, en un millón de pesetas, pagados en cuatro plazos.
El solar, por otra parte, ya había sido comprado en firme, el 7 de enero de 1924 y, poco más tarde, comienza aparecer en la prensa local reclamos anunciando el traslado del almacén de maderas de Víctor Ramos-Catalina, ubicado en el antiguo convento de la Veracruz, a unos nuevos locales en calle Medina 44, todavía ocupados por determinado bodeguero llamado Duran.
El arquitecto jerezano Francisco Hernández-Rubio y Gómez
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