DE CEMENTERIO A PARQUE INFANTIL
El Cementerio de Santo Domingo en Jerez, fue construido en 1834, cuando el cólera epidémico, que causó aquel año la friolera cifra de 2.361 defunciones, que para Jerez por entonces contaba con cerca de 45.000 habitantes.
Con anterioridad, los enterramientos se efectuaban en iglesias y parroquias, el que podía, en caso contrario eran enterrados en las inmediaciones de estas, y hasta la Colegial contaba con un cementerio propio, precisamente sobre el que se edificó la bodega la Constancia. Ya tenia instalado por aquellos parajes su negocio vinatero don Manuel María González Ángel, fundador de esta empresa, y algunas de sus bodegas quedaban colindante con el mencionado cementerio, clausurado en 1834 por una ley que prohibía las inhumaciones dentro de la población, cuando en 1850, González Angel, entró en contacto con el Cabildo Colegial para su adquisición, ofreciendo 40.000 reales de vellón.
No podía el Cabildo discernir por si el traslado del terreno, acudiéndose entonces al Cardenal Arzobispo de Sevilla, don Judas José Romo y Gamboa, quien autorizó su cesión en 1853.
Por pertenecer dicho terreno como público al Caudal de Propios, el comprador acudió también al Ayuntamiento para conseguir la data a censo del mismo, otorgándose el 25 de octubre de dicho 1853.
Una condición le fue impuesta, la de efectuar a su costa la exhumación de los restos que se conservasen sepultos, y su traslado al cementerio general. Según una publicación de "La voz del Sur" 2 mayo de 1979.
Huesos apilados junto la antigua casa del Abad, Plaza de la Encarnación, en 2016. Foto de Sebastián Jimenez
Considerando don Manuel María la buena disposición y facilidades del Cabildo Colegial en dicha transacción, hizo alarde de su generosidad mandando traer de Inglaterra, un valioso órgano para el primer templo jerezano.
Al cementerio de Santo Domingo se llevó para su ornato, cuando la exclaustración (1835), la preciosa fuente de mármol que para el claustro chico, también llamado claustrillo, de la Cartuja había adquirido en Génova el prior don Bruno de Hariza, volviendo a su primitivo emplazamiento en la Cartuja al clausurarse el cementerio, y el retablo de la capilla de este camposanto , pasó a la Colegial.
Claustrillo de la Cartuja
El Cementerio de Santo Domingo en Jerez, fue construido en 1834, cuando el cólera epidémico, que causó aquel año la friolera cifra de 2.361 defunciones, que para Jerez por entonces contaba con cerca de 45.000 habitantes.
Con anterioridad, los enterramientos se efectuaban en iglesias y parroquias, el que podía, en caso contrario eran enterrados en las inmediaciones de estas, y hasta la Colegial contaba con un cementerio propio, precisamente sobre el que se edificó la bodega la Constancia. Ya tenia instalado por aquellos parajes su negocio vinatero don Manuel María González Ángel, fundador de esta empresa, y algunas de sus bodegas quedaban colindante con el mencionado cementerio, clausurado en 1834 por una ley que prohibía las inhumaciones dentro de la población, cuando en 1850, González Angel, entró en contacto con el Cabildo Colegial para su adquisición, ofreciendo 40.000 reales de vellón.
No podía el Cabildo discernir por si el traslado del terreno, acudiéndose entonces al Cardenal Arzobispo de Sevilla, don Judas José Romo y Gamboa, quien autorizó su cesión en 1853.
Por pertenecer dicho terreno como público al Caudal de Propios, el comprador acudió también al Ayuntamiento para conseguir la data a censo del mismo, otorgándose el 25 de octubre de dicho 1853.
Una condición le fue impuesta, la de efectuar a su costa la exhumación de los restos que se conservasen sepultos, y su traslado al cementerio general. Según una publicación de "La voz del Sur" 2 mayo de 1979.
Huesos apilados junto la antigua casa del Abad, Plaza de la Encarnación, en 2016. Foto de Sebastián Jimenez
Considerando don Manuel María la buena disposición y facilidades del Cabildo Colegial en dicha transacción, hizo alarde de su generosidad mandando traer de Inglaterra, un valioso órgano para el primer templo jerezano.
Al cementerio de Santo Domingo se llevó para su ornato, cuando la exclaustración (1835), la preciosa fuente de mármol que para el claustro chico, también llamado claustrillo, de la Cartuja había adquirido en Génova el prior don Bruno de Hariza, volviendo a su primitivo emplazamiento en la Cartuja al clausurarse el cementerio, y el retablo de la capilla de este camposanto , pasó a la Colegial.
Claustrillo de la Cartuja
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